El cachorro siente la necesidad de sentirse
protegido y atendido continuamente. Debemos enseñarle que siempre volveremos a
casa para atenderlo y que deseamos que nos espere tranquilo en casa.
- Simulemos salir de casa y esperemos un instante
cerca de la puerta (no pegados a ella para evitar que el cachorro pueda
olernos fácilmente).
- Antes de que el pequeño comience a lloriquear
entremos en casa y felicitemos al cachorro por su buen comportamiento.
- Si el perro lloriquea, ladra, rasca la puerta,
etc. (no está tranquilo) debemos entrar inmediatamente en casa, mostrarnos
contrariados, reñirle severamente y volver a salir de casa (procuremos
regresar antes de que vuelva a llorar para felicitarlo).
- Poco a poco debemos alejarnos cada vez más de
la puerta y alargar el tiempo de regreso. Una vez que el cachorro es capaz
de esperarnos tranquilamente durante 15 minutos la lección está aprendida
(el perro no tiene noción del tiempo).
Algunos perros se muestran agitados en exceso ante
el regreso de su amo. En este caso puede resultar más eficaz sustituir el
felicitar al cachorro por su buen comportamiento durante la espera por otro tipo
de premio; por ejemplo, entrar con indiferencia (como si no nos hubiésemos ido)
y llamarle desde la cocina para ofrecerle una galleta.