Durante
el crecimiento debemos fijarnos continuamente en que las patas crezcan derechas
vistas de frente y de espaldas, y que los dedos permanezcan juntos cuando el
perro está de pie. Si las patas se tuercen en las articulaciones o si los dedos
se separan podemos necesitar reforzar la alimentación del cachorrito con
calcio, fósforo o minerales.
En caso contrario, sólo debemos
alimentarlo con un pienso de calidad (los excesos son igualmente malos).
Es
necesario que haga ejercicio. El ejercicio lo realiza mientras juega (con
nosotros). Debe ser un ejercicio suave, sobre un suelo firme (ideal la playa o
el campo). Esto resulta especialmente importante en los perros que viven en
pisos con suelo resbaladizo (parquet, baldosa encerada); el temor a resbalar les
hace forzar los “talones” hacia dentro de las patas. Si no realiza ejercicio
frecuente en el exterior de la casa, el tren trasero se deforma y difícilmente
se corrige. Sacrifiquémonos un poco, al menos hasta que cumpla los ocho meses,
y sus patas crecerán firmes como velas.