En cuanto a la cantidad de ejercicio, saquémosle al exterior (un exterior limpio y sano, libre de perros mientras no finalice sus vacunas) y dejemos que sea él quien nos indique la cantidad de juego.

Como buen perro de pastoreo, el bobtail es muy inteligente. Su carácter curioso y sus ganas de entendernos hacen que resulte muy sencillo educarlo desde cachorro. El bobtail es increíblemente dulce y sensible, y también es testarudo y cabezota. La clave para educarlo es mostrarse firme (a la vez que dulce), y demostrarle que tenemos toda la paciencia del mundo para corregirle un millón de veces seguidas el mismo error.

Una vez que aprende esta lección, responderá a la primera (pero ojo, de vez en cuando probará si nuestra paciencia sigue intacta).

Para reprenderlo, nada le pondrá más triste que indicarle que su travesura nos ha disgustado. Evitemos levantar la voz hasta el punto de gritarle y, por supuesto, no le peguemos nunca.

Gritar al perro para que obedezca suele generar la patología de “perro sordo”, aquel que sólo cuando le gritamos adivina que nuestra paciencia está al límite y que es el momento de obedecer.

Pegándole conseguiremos que, cuando sepa que se ha portado mal (que será cuando nos vea), sienta miedo de nosotros. No existe mejor método de educación que el que se basa en PREMIAR al perro cuando se porta bien, en vez de castigarlo cuando hace una travesura.

No olvidemos que el perro es bueno por naturaleza, que no sabe ser malo, y que su vida sólo tiene sentido a nuestro lado.

Buena Suerte Pequeño Bim-Bom-Bam.

Mucha Felicidad a Todos.

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